Diario de Juanito: día 6 de junio noche
Ian me tiene enamorado. El segundo encuentro lo ha
reafirmado como la ilusión, la cosa más bonita que me ha pasado en la vida, un
bálsamo a mi amarga vida. Este encuentro podía haber hecho disminuir o
desaparecer el encanto pero lo ha convertido en pasión. Ian es el príncipe con
el que siempre he soñado.
Lo tenía tan cerca. Llevaba una camisa un poco
desabrochada y se le veían los pelos del pecho. Muy rizados, oscuros,
abundantes y me pone cachondo. Ian se me ha metido bien dentro. Tengo fuego por
él y me gusta. Me gusta mucho. Lo he tenido tan cerca. En especial en un
ejercicio. Nuestros labios estaban tan cerca, cómo me hubiera gustado besarlo
¡mi primer beso¡ con él sería tal y como siempre lo soñé. Como sonríe, como
explica las cosas… Este tío es lo que siempre he buscado en mi vida. Ha sido
una suerte encontrarlo. Un recuerdo imborrable. Estoy feliz de haber coincidido
con él y justo cuando no quería ya vivir.
Yo estoy esperando en la sala de espera y de repente
aparece él. Es guapísimo. Debería ser modelo. Se me ha metido bien dentro. Lo
llevo en la sangre. Me ha flechado como nunca me flechó nadie. Me ha
deslumbrado más que la semana pasada. Lleva una camisa negra y unos tejanos
grises ceñidos al cuerpo.
--Hola Juan –me dice simpático.
Y yo estoy feliz. Hasta ese momento no sabía si él estaba
--en cinco minutos entramos.
Se muestra amable y va directo al lavabo ¡¡se estaba tocando la verga¡ Ha salido disparado del despacho con la mano en el paquete y la ha apartado cuando me ha visto a mi. Esto me demuestra que no me lo he imaginado, que se estaba tocando los huevos. Se estaba meando. Esto lo hace aún más humano, más cercano. ¡cómo me ha puesto¡ ¡¡me hubiera encantado seguirlo para intentar verle la verga pero no me hubiera atrevido. Además sé que no hay urinarios así que no hubiera visto nada. Tarda mucho en salir. Oigo como se lava las manos. Va rápido. No me mira pero yo sí y tengo ocasión de fijarme en lo que quiero: su culo. La camisa negra por fuera le tapa esa hermosa parte pero los pantalones se le ven muy ceñidos. Se ve la arruga de la raja y que se le dibujan las dos nalgas. Se le ve un buen culo. Entro encendido, enamorado, cachondo. Con ganas de verlo.
En seguida me hace pasar la chica y por un momento temo
que no estén juntos. Siento que mi corazón se me acelera. Estoy tan ansioso que
cuando lo veo me planto delante de él con la mano extendida. Ian está
distraído, está escribiendo y sentado en el escritorio. De hecho dicen que no
se puede dar la mano por encima de una mesa y que por eso el médico siempre se
levanta cuando te da la mano. Yo le he obligado a saltarse el protocolo. Ian
estaba distraído. No me la iba a dar.
--ah, vale –dice distraído.
Me da la mano sentado. Se muestra muy cercano y me he encantado.
A la chica no la he saludado. Me gustaría que se diera cuenta de lo especial
que es para mi. Es tan guapo y en algunos momentos estoy tan cerca de él. No me
costaría besarlo y luego me hago el loco… ¡lo quiero violar¡ ¡bueno, que él me
viole mejor¡ Bueno, en realidad me gustaría para vivir una historia de amor
bien bonita. Yo estoy justo delante de él (como la otra vez) y es él quien
lleva la conversación. Me fijo en su belleza aún más que la otra vez. Es que es
más guapo aún de lo que dije. Perfecto. Es que me gusta por guapísimo y por
simpático. Una cosa sin lo otra no me valdría. Con su simpatía, sin ser guapo
seguro que no me enamora igual. La barbita arreglada, casi no tiene bigote y sólo
tiene barba alrededor de la barbilla. Lo hace guapísimo. Muy peludo slos brazos.
Se le salían mucho los vellos por la camisa y me estaba poniendo malo. Me está
explicando un ejercicio y su cabeza está casi rozando la mía. Él se me acerca para explicarme el ejercicio y yo
me acerco. Me encantan sus labios. Son tan cerca. Me gustaría que besara mis
labios vírgenes.
En un ejercicio
hablamos de las tragedias. No he conocido a nadie cercano de mi familia. Me han
ido pasando de un familiar lejano a otro cada vez más lejano. Me ha dolido las
pérdidas de mis mascotas. Le comento si poner
cosas desde pequeño aunque no sean de personas.
--pero de qué estamos hablando? –pregunta él.
Comento de mi gatito y él no dice nada. Ella es la que
dice que lo ponga.
Me gusta cómo me habla, como me sonríe. Es muy dulce,
majo. Me va pidiendo adjetivos, sus contrarios. Me va corrigiendo. Es como una
conversa entre él y yo y me gusta mucho. Muchas veces nos quedábamos mirándonos
porque yo no sabía qué decirle y le tenía que decir algo. Ha sido muy bonito.
Me encanta la mueca que hacía, casi de cariño esperando mi respuesta. La chica
a veces no estaba de acuerdao en alguna corrección que él me hacía. Ian me
miraba a mi para ver que decía yo, que siempre me ponía del lado de él. Y me
sonríe y yo me derrito. No me aclaro mucho de cómo se hace un ejercicio que es
muy largo y complicado.
--¿sigues tú solo o hago el siguiente? Bueno hago uno más
–me dice.
Es muy majo y simpático. En algunos momento lo noto como
cómplice. Sonríe, ríe alguna de las cosas que yo le digo. Intenta caerme bien y
lo logra. Lo siento mi amigo y me gusta. Me gusta mucho.
--¿lo haces tú o seguimos los dos? –dice después.
Yo prefería hacerlo con él por estar más con él y porque
no me entero mucho de lo que hay que hacer pero se lo digo tímidamente.
--sí, mejor –dice él.
Y para mí también porque entonces no hubiéramos estado
tanto rato juntos. Nuestras cabezas, nuestras manos han estado muy juntas. Me
ha gustado mucho estar así con él. Es que lo tenía tan cerca que sentía que no
podía resistir seguir así sin besarlo pero es verdad que, aunque está muy bueno
y me encanta su físico, me gusta mucho estar con él porque es majo, muy
agradable y es justo lo que quiero. Me gusta como habla, como sonríe. Es tan
cercano. Es como si estuviera pasando un buen rato con un amigo.
--esto es todo –me dice al acabar el ejercicio.
Y a mí me ha sabido a poco. Hemos estado una hora larga
pero se me ha pasado volando. Yo no me quiero ir.
--ya entras en el programa, eso sí te lo podemos decir
–me dice.
Y luego añade:
--hasta aquí nuestra evaluaciones, ahora te llamarán para
las sesiones en grupo. No sé cuándo será porque aún nos quedan entrevistas.
Queda claro que Ian se retira, que no lo volveré a ver.
Habría sido genial hacer todo el tratamiento con él pero me ha gustado
conocerlo. Los dos nos levantamos. Él me da la mano (después de ella así me
llevo su tacto en mi piel):
--muchas gracias.
Estoy triste y sin ilusión e Ian ha llenado mi vida. Ha
sido un milagro. Estar en este estudio me hará sentirme cerca suyo, siempre
tendré la esperanza de verlo. Lo vuelva a ver o no ha sido genial y sé que
nunca lo voy a olvidar. Ha sido un placer, una ilusión en el momento que no la
esperaba y me ha gustado mucho. Ahora es un amor del que puedo estar pendiente
por facebook. Espero que en algún momento suba más fotos. Sería un consuelo.
Todo ha sido muy intenso y aquí queda pero lo he sentido cercano y eso me ha
gustado. Me ha hecho bien. Ha sido muy afectuoso. ¡Gracias por existir, ian¡
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